Caminando entre hadas.

Permitidme que esta anécdota la cuente como un cuento.

 

Había una vez un peregrino que venía haciendo el camino de santiago desde el Bierzo. Se encontraba en la etapa de Triacastela a Samos. Si Samos es mágico de por si, el camino a él es todo magia.

 

Era el mes de agosto y hay muchos peregrinos en esa época, es conveniente madrugar para coger sitio en los siguientes alberges, así que a las cinco de la mañana estaba en pie.

 

Para llegar a Samos hay que pasar por varias aldeas que parecen sacadas de cuentos encantados, rodeados de bosques frondosos y molinos de agua. En una de estas aldeas es donde empieza esta historia. 

 

Nuestro protagonista nunca pudo recordar el nombre de esa aldea y nunca pudo encontrar a alguien que se lo pudiera decir. Sabía que estaba atravesado y rodeado por un río y que en medio del pueblo había un puente para cruzar el río de un lado a otro. Hasta ese sitio fué acompañado de peregrinos, no volvería a ver ninguno más hasta haber terminado la aventura.

 

Al salir de la aldea había un cementerio pequeño también a la orilla del río. Sólo el sonido del agua y los cantos de los pájaros mañaneros se distinguían en medio de tanta paz, potenciando todavía más la armonía del lugar. Se sentó, quería inspirar y llenarse de toda la magia y la fuerza de la naturaleza que allí reinaba. Cerraba los ojos y se llenaba de vida.

 

Al abrir los ojos se vió rodeado de mariposas deambulando por su alrededor. No parecían tener miedo a su presencia. Se levantó y se puso en marcha para no retrasarse. Las mariposas le acompañaban como marcándole el camino. Jugueteaban entre ellas y se cruzaban delante de él como si nada. El peregrino estaba asombrado tanto por su belleza como por su presencia. De repente un presentimiento claro y rotundo invadió todo su ser. No son mariposas. Son hadas.

 

Siguiendo el sendero entre robles y castaños llegaron a una desviación que les apartaba del camino para llevarles a una casa enorme y deteriorada. Las hadas cogieron esa desviación camino a la casa pero deambulaban por el mismo sitio sin avanzar. Era como si le estuvieran invitando a seguirlas. La casa solitaria en aquel lugar del bosque le llamaba la atención y decidió seguirlas.

 

Era un caserón precioso de piedra típico de la provincia de Lugo. Se diferenciaba perfectamente que la parte baja había sido una cuadra y una cochera. Aún se podía ver dentro un carro de caballos deteriorado con la madera podrida. Una escalera de piedra llevaba al piso superior donde una balconada presidía todo el frente uniendo la puerta principal con otras secundarias y ventanas. Aunque la mayoría de puertas y ventanas o no existían ya o estaban rotas. 

El acceso a la casa era por un patio exterior, con una entrada de coche de caballos y tenía una muralla de piedra caída por varios sitios. Fue al entrar en el patio cuando ocurrió todo. 

Una energía densa salía de la casa y no le dejaba avanzar. Las piernas se le paralizaban. Era una fuerza que rompía la armonía del lugar. Era como si alguien, algo o incluso la energía de la  propia casa lexpulsaran de ese sitio. Retrocedió con la intención de marcharse, estaba asustado.

 

Una vez fuera se detuvo y miró a la casa, era como si tuviera vida. Como si una energía oscura se encargara de que nadie entrara ni invadiera ese lugar. “Luz… Luz…”  “Luz para todos…” Gritaba el peregrino desde el exterior a la casaPoniendo símbolos de reiki al aire (poder, luz, amor…) con la intención en su ignorancia que esa energía pudiese sanar o aliviar en lo que pudiese hacer falta…


De repente todo quedó en calma. La energía densa, oscura y amenazante iba amainando como la niebla, dejando tras si una energía clara y acorde a la armonía del lugar…


 

                                                                                  Continuará.

 

 

 

 


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