«Más vivo que nunca»

“Más vivo que nunca”

He muerto tantas veces como veces me han enterrado. Empezando por los propios médicos que nunca contaron con mi recuperación; alumnos de mi escuela que eran testigos día a día de mi declive; vecinos; amigos no tan amigos que no querían responsabilizarse de una enfermedad que eran desconocida por todos; familia que dio la espalda para escabullirse del bulto; gentes conocidas y desconocidas que me sentenciaban con enfermedades ficticias e inventadas buscando el final más morboso de mi propia muerte.

Para muchos me moría del sida; otros se preguntaban si mi enfermedad era contagiosa y podría haber peligro de estar a mi lado. Cada uno fantaseaba a su manera sintiendo que tenían un poder sobre mí pues casi era un moribundo. Sólo algunos con nombres propios sostenían mi bastón. Pero no morí. Sigo estando vivo y más vivo que nunca.

Resurgí de las cenizas de mi propio cuerpo. Pocos daban algo por mí. Cuando se tiene una enfermedad rara de la que muy poco se sabe o simplemente no se sabe nada. Desde ese momento estaba sentenciado. Los médicos preferían contarme lo menos posible. ¿Cómo contar de lo que no se sabe? El dolor de mi cuerpo era constante, día y noche todos los días sin tregua, así fueron casi dos años. Los tratamientos son bombas con las que mi propio cuerpo tiene que enfrentarse y a pesar de todo eso mis órganos y analíticas son impecables. Solo el cabello, la piel y los dientes sufren la agresividad de la química que por un lado me sana y otro me envenena.

La enfermedad que tengo, para que quede claro, no haya dudas y nadie pueda inventar sobre ella. Afecta al sistema nervioso. Los nervios se vuelven locos y envían las ordenes tarde a los músculos o incluso no las envían. Esto hacía que algunos músculos o articulaciones se atrofiaran. Nunca viví como un enfermo esa es la verdad. Nunca me creí esta enfermedad, ni me la creo. Siempre he estado trabajando y viviendo independiente. Di todas mis clases de movimiento orgánico. Aunque mi cuerpo perdía movilidad, mi mente nunca dejó de bailar. Bailé cinco horas al día dando mis clases de movimiento orgánico, meditaba, yoga, reiki… Mi cuerpo se resentía y yo seguía en pie. Pero nunca lo hice porque así me pondría bien. No. Lo hice porque nunca me sentí enfermo y mi obligación y mi compromiso era estar al pie del cañón en mi escuela. Cuidando a los que allí estaban, y sabiendo que ellos me ayudaban a mí dándome su amor, yo correspondía en ayudar a su salud.

Un día le pregunte al médico. Yo estaba recuperándome, aunque mi cuerpo se sostenía con poca fuerza y el dolor me acompañaba como algo más en mí. Pues lo llegué a asumir como algo propio y me acostumbre a él. “¿Crees que podré volver a bailar?”. Él hizo un silencio sin mirarme y me dijo: “Hombre como profesional no”. Quería que yo fuese consciente de mi enfermedad. Pero yo no quería esa verdad. Le contesté yo: “Hombre profesionalmente no, porque ya no tengo edad”. Rompí el tono de la conversación de una seriedad que no me gustaba. Pero él volvió a ella esta vez mirándome bien a los ojos: “Tienes que asumir que te puedes quedar minusválido para siempre”

Un golpe seco me paró el alma. No dije nada, ni siquiera lo sentí.  Pero la frase me acompañó esa tarde. En el bus, no dejaba de oír esa frase.  Pero no podía ser. ¿Cómo puedo vivir?. Yo no estoy enfermo. Tenía tanta rabia e impotencia que en ese momento me olvidé que tenía dolor. Baje del bus y anduve, anduve mucho. Caminé desde la puerta de Toledo, subí toda la cuesta del rastro por Rivera de Curtidores, volví a la Latina, a Tirso de Molina para bajar a Lavapiés. Caminé a un paso firme, no podía dejar de caminar. No había dolor solo impotencia… Anduve tanto que supe que el médico se equivocaba.

Ahora bailo, ya vuelvo a sentirme volar mientras bailo y los giros me acompañan. El dolor ha desaparecido; incluso me están bajando las dosis de los tratamientos del dolor. Mis piernas y mi cuerpo cada vez recobra más su estado natural, cada vez tengo menos problemas para andar e incluso alguna vez ya me olvido del bastón.

¿Qué ha pasado? Mi propio sistema inmunológico estaba atacando al sistema nervioso que este a su vez me atacaba a mí. Yo me atacaba a mí mismo.  He vivido muchos años aprendiendo a comprender a todos aquellos que me hicieron daño. He perdonado a todos. He aprendido a amar; y que tonto de mí que jamás me he perdonado a mí mismo por impedirme ser feliz.

Ahora lo sé, lo entiendo y lo acepto. Ahora me permito a mí mismo ser feliz. Lo haré de la forma que más deseo. Amando y queriéndome. Quiero seguir aportando en la sanación. He aprendido tanto en este tiempo. Mi cuerpo es una enseñanza.  Me comprometo porque así lo decido a ayudar a sanar a tod@s los que me pidan su ayuda y siempre lo haré desde el amor.

En el jardín del alma
                                            Siso Santos.                                      

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P.D.- Permitidme que este texto se lo dedique a tod@s los que fuisteis mi bastón, pues pase lo que pase formareis siempre parte de mi corazón.

“A casa da nai” “La casa de la madre”

            “Cando alguén ten a necesidade de voltar a casa da nai. Non só ten a necesidade de atoparse de novo coas suas raices. Nin sentir o refuxio do fogar. Ten a necesidade  de abrazar de novo a ese neno interior que levamos sempre con nós. O noso propio EU.”
“Cuando alguien tiene la necesidad de volver a la casa de la madre. No solo tiene la necesidad de encontrarse de nuevo con sus raíces. Ni sentir el refugio del hogar.  Tiene la necesidad de abrazar de nuevo a ese niño interior que llevamos siempre con nosotros. Nuestro propio YO.”
A veces por cansancio y otras por perdernos en la vida, tenemos la necesidad de volver a la casa de la madre. A volver a recordar la infancia, el tiempo vivido atrás, donde nos encontrábamos refugiados y protegidos por nuestros padres. Es volver a encontrar a ese niño que se permitía crecer sin miedo. Recordar la esencia de quienes somos para permitirnos seguir creciendo.
Yo reconozco la necesidad que tengo muchas veces de volver a mi pueblo. Volver al hogar. “O Seixo” significa cuarzo. La historia dice que donde ahora es un muelle, antiguamente había una piedra de seixo donde atracaban en antaño los barcos. Necesito sentir la energía de la piedra y el mar. El río, donde recuerdo de pequeño lavar en el lavadero con una vecina mayor que me llevaba por las mañanas y después desayunaba en su casa. Las fuentes, antiguamente eran puntos de reunión pues todos los habitantes del pueblo recogían agua para sus casas. El monte, de pequeños era nuestro sitio de juegos preferidos donde hacíamos cabañas, Y claro esta la marea y el mar, donde pasábamos tardes enteras en el agua o en las barcas remando buscando lugares nuevos para el baño o sin que lo supieran los mayores haciendo batallas  de embarcaciones con los achicadores, con el objetivo de hundir el bote contrincante.
A pesar de muchas cosas que haya contado anteriormente en otras entradas. Tengo que reconocer que yo he sido y soy una persona muy afortunada. Pues la vida me ha dado regalos maravillosos y me los sigue dando. Me enseña muchas cosas, a veces antes de entenderlas aparentemente duras pero después entiendo que son necesarias para el aprendizaje que he querido vivir. Mi infancia en mi pueblo fue uno de los regalos más maravillosos que me ha dado Dios. No habría escogido ningún lugar mejor para pasarla.
La casa de mi madre esta situada frente al mar. El sol la ilumina desde que sale hasta que se pone todo el año. 
Yo se que no he sido un hijo fácil. Mi condición, mi rebeldía, mi manera de querer vivir sin duda lo ponía muy difícil a unos padres que no tenían que estar preparados para eso. Pero reconozco que por muy difícil que haya sido, siempre habéis estado ahí. A veces sin saber como reaccionar, pero siempre presentes. Y aunque fuera difícil compartir ideas, nunca me he dejado de sentir querido. Por eso no es extraño que aún hoy en día tenga la necesidad de volver a la casa de mi madre. A llenarme de la energía de las raíces de la tierra donde me crié.  A pesar de todo lo vivido fui muy feliz. He tenido una infancia muy feliz. Eso nunca habría ocurrido sino tuviera los padres que tengo. 

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                                                         Siso Santos


Felicidad

“La felicidad es una sombra de la armonía, sigue a la armonía. No hay otra manera de ser feliz.”
“La vida es tan grande que no hay modo de agotarla. No hay manera. Cuanto más penetras en ella, más vastas son las posibilidades que te abren sus puertas. Si, puedes alcanzar una cima, pero luego hay otra y otra y es un nunca acabar.”
                                                                                              0sho.
Nos pasamos la vida buscando la felicidad, nos creemos que al llegar una meta soñada allí está la felicidad pero las metas no existen, son sólo puertas para otro camino. Cuando ponemos la meta como finalidad, encontramos el vacío.
Si alguien me pregunta si soy feliz, la respuesta es clara: Si, lo soy. 
Mucha gente se llevaría las manos a la cabeza. ¿Cómo vas a ser feliz? No tienes pareja, no tienes estabilidad en nada. Y yo pregunto: ¿Qué es tener? Lo que crees que tienes hoy igual no lo tienes mañana. En vez de tener prefiero crear. Si el amor llega a mi vida no quiero tener una persona para mí, quiero crear una vida con él.  No quiero tener un trabajo que me de esclavitud, quiero crear un trabajo que me haga crecer.
Yo he escogido la vida que deseo y como en todo aprendizaje tengo caídas pero también soy consciente de que la vida nunca me dará una caída de la que no me pueda levantar. El tropiezo es el primer paso para la sonrisa. El niño primero llora y después ríe.
La vida está hecha de momentos sin juicios, ni malos ni buenos, sólo momentos.
 Quiero disfrutar con todos los momentos que alimenten mi alma y me hagan ser mejor persona. Quiero crecer como ser humano para poder entender mejor a la gente y poder ampliar mi proyecto de vida.
Voy a disfrutar de mí y del mundo que me rodea. Con sus despedidas y bienvenidas, con su aquí y su ahora. Envolverme con los regalos que me de la vida. Y el día que me vaya a mi otro lugar decir: “¡Dios mió como he gozado!”.
Gracias a todos los que formáis parte de mi felicidad.
                                                            Siso Santos

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