Danzar el cuerpo y la voz

         Todo es movimiento, desde el universo infinito hasta la más íntima célula todo esta en continuo movimiento. Los planetas, los ciclos, las estaciones, el mismo cuerpo (un mundo dentro de nosotros). El movimiento es la vida. Danza significa movimiento y biodanza vida en movimiento.
Somos cuerpo, mente y espíritu y nos comunicamos a través del movimiento y la voz. Nuestros estados de ánimo, emociones, deseos… todo lo que nos afecta o modifica en algo nuestro estado o cuerpo energético lo trasmitimos a través del movimiento y la voz.




Es nuestra herramienta para seducir, comunicar… Pero cuidado! También la trampa que nos puede delatar. Yo siempre digo a mis alumn@s «Mentirme mandándome un correo o un watssap». El movimiento y la voz son los reflejos de nuestras emociones, miedos, frustraciones, deseos y alegrías. Una profesora de teatro decía: «Cuando veas una función de teatro cierra los ojos y sabrás si lo hacen de verdad».
Siempre me gustó el trabajo corporal, movimiento orgánico,  expresivo, la biodanza… La liberación del cuerpo y la voz es la liberación del alma. Como una persona se mueve y actúa en biodanza es como lo hace en la vida. Si corregimos actitudes en la danza, en la ficción, en el juego, lo hacemos en la vida también. La voz es el reflejo de nuestras emociones por eso cuesta tanto sacar la voz (la verdadera voz) en la clase, es desnudar el alma y da pudor.
La clave de todo es la respiración.
 El bebe es un ser perfecto. Respira con toda naturalidad inflando los pulmones en cada bocanada de aire abriendo y cerrando el diafragma sin esfuerzo ninguno. Los adultos decimos cuando el niño llora con potencia: “¡Qué buenos pulmones!”. Que buenos pulmones no, que buena respiración y que bien apoyado en su diafragma. El bostezo es una respiración sanadora que a medida que vamos creciendo se nos va reprimiendo. Bostezad mucho, aprended de los bebes.  Es curioso que en momentos de inconsciencia como en el sueño sea cuando tenemos una respiración perfecta.
Hay un centro energético fundamental en el cuerpo que es el punto Hara o tan tien. Está situado cuatro centímetro debajo del ombligo, entre el abdomen y la columna. En las filosofías orientales es el eje del organismo, el punto de gravedad o el centro vital. Es un punto importante para  meditar  o simplemente para posar las manos en un estado de reposo y respirar. Una buena forma para conectar con nuestra respiración. El punto Hara o tan tien es el centro de donde salen las artes marciales, las danzas, es el punto donde las mujeres quedáis  embarazadas y el punto donde el bebé empieza su movimiento. Cuando el niño está sentado o empieza a dar sus primeros pasos se apoya en su centro vital.  Cuanto más nos conectamos con ese punto más conectados estaremos con nosotros mismos.
En la vida nacemos dos veces. Cuando venimos al mundo y cuando somos conscientes de nuestro propio cuerpo y voz.
Danzar con el cuerpo, la voz y la vida

                                           Siso Santos.

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Edén, el jardín del alma “Making of”.

     

           Mi escuela está situada en un patio interior del centro de Madrid. Paseaba con mi perra y esta se dirigió sin más hacia el interior del patio. La llamaba pero no me obedecía, le iba a caer una buena bronca seguro. Cuando llegué al patio los dos nos detuvimos. Había un jardín muy bien cuidado. Un local vacío con ventanales que miran al jardín, una fuente que de aquella no funcionaba pero yo me la imaginaba con el agua fluyendo.

 Mi escuela esta situada en un jardín, que a su vez esta situado a los pies de un jardín que pertenece a un convento. Un sitio mágico que cuando lo vi me dije a mi mismo: “Yo quiero aquí mi escuela.” Pero tenía que  esperar tres años más.
El momento en que la vida decidió que ya había llegado el momento, varias señales me marcaban el camino. Mariposas aparecían constantemente en mi vida: En los sueños, mientras daba clases o simplemente paseando. Quería crear una buena escuela y no tenía ni idea de por donde empezar. Así que puse el cielo a trabajar. Invoqué a mis guías, los médicos del cielo para que me ayudaran, use el tarot, la astrología, la numerología  y el feng shui como herramientas de trabajo.  Esto era el mes de marzo y yo no podía firmar nada hasta la luna nueva de septiembre que era cuando empezaba mi año 1. Tenía que potenciar dos virtudes de las que yo carecía, la confianza y la paciencia.
 Cuando me puse en contacto con el casero para ver el local llevaba meses  cerrado, la sorpresa fue que al entrar (yo acompañado de una alumna y amiga) pudimos observar que una mariposa volaba a sus anchas por la sala. No había duda,  ese era el lugar. Mi intuición y mis sentidos estaban al cien por cien en esa época. De esta forma el cielo o los guías invocados fueron poniendo a la gente que iba a formar parte de la escuela en mi camino.
La parte sin duda más dura y complicada para mí sería la parte técnica: Ayuntamientos, permisos, licencias, planos… No sabía por donde empezar. Lo primero que me pedían es un plano del local. ¿De donde sacaba yo a alguien que me hiciera ese plano con todo lo que me pedían? Yo pedía a mis guías y a los médicos del cielo que me llevaran ellos. No sabía ni por donde empezar. Cerca de mi casa veía en un local a unos chicos siempre trabajando con ordenadores pero no tenían ni cartel ni nada. Mi interior me decía pregunta aquí. Estaba desesperado y qué podía hacer, pues confiar en lo que invocaba. De esta forma conocí a Nacho Redruello. Yo pregunté casi con vergüenza si sabrían hacer un plano y resulta que eran arquitectos. Algo tengo que confesar que noté en él. Pues poco después me aparecieron arquitectos de hijos de alumnas que se dedicaban a  hacer proyectos y licencias. A Nacho no lo conocía de nada ni tenía referencia ninguna de su estudio Ping Pong Arquitectura  pero si supe desde el principio que tenía que ser él. Incluso le pedí que hiciera el logotipo y me vio a la primera: “La flor” con los colores de la armonía (verde, azul, ocre y rojo).  Contaré un secreto que él aún no sabe. Nacho Redruello es un maestro y su carta del tarot es el mago.
Poco a poco fueron apareciendo los profesores. El primero fue Paco Vilches, el profesor de yoga. Trabajábamos juntos dando clases en un centro cultural de Madrid, nos veíamos solamente en el cambio de hora. No le conocía de nada ni mucho menos como daba una clase. Pero me bastaba verle para saber que le quería a él. Conocía otros profesores de yoga, pero cada vez que me cruzaba con Paco una voz dentro de mí me decía: Es él. Se lo propuse y no dudó. Ahora que le conozco puedo decir que  Paco Vilches si fuese una carta de tarot sería “la templanza.” La carta de la sanación por excelencia. Ve a la gente, sutilmente se introduce en ella, y sin darse cuenta el alumno transforma su dificultad en fluidez.
A Carlos Palacios ya lo conocía, fue mi profesor de kung fú en la época en la que yo deseaba enfrentarme a mi violencia y descubrí una herramienta completamente sanadora. Sin duda le quería a él. Lo busqué y lo encontré. Carlos Palacios si fuera una carta del tarot sería por supuesto la fuerza. Con su aspecto tranquilo puede derrumbar sin esfuerzo un león.  Y en cambio no se puede encontrar a un hombre con un corazón más noble y puro.
David Gavilán llegó más tarde. Desde el principio deseaba que hubiera clases de tao yin en la escuela. Yo había practicado tao yin combinándolo con kung fú, mientras me metía de lleno en el mundo del reiki. Tengo que reconocer que fue un crecimiento muy importante para mí a nivel personal. Llamando a uno de mis antiguos profesores me recomendaron a David y desde el principio entró en su casa. Su carta de tarot serían los amantes, es el joven que se aventura sin miedo a  nuevos caminos, abierto a nuevas experiencias y conocimientos en la vida en una sincronización perfecta entre el yin y el yang.
Yo asumí el papel de madre tierra, ofreciendo mis experiencias y los conocimientos que me dieron. Pero los míos no bastan. Por eso para mi es un honor que otros profesores y maestros engendren  la semilla de sus conocimientos en esta escuela que siempre estará abierta para todos los que quieran compartir.
 Agradezco con todo mi corazón  el entusiasmo, el cariño y la fuerza de mis alumn@s que  fueron la energía yang necesaria para que todo esto diera luz. Vosotr@s creáis el jardín.
Edén, el jardín del alma.

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                                                          Siso Santos.

El alumno

          Un maestro mío me dijo una vez: “Nunca sabrás lo que sabes hasta que lo enseñes, en ese momento tu alumno se convertirá en tu maestro.”
Nunca me imaginaría yo dando clases o dedicándome a la sanación y sin embargo, sin yo saberlo, la vida me llevaba directo en ese camino. Todo lo vivido hasta ese momento  era la vivencia y aprendizaje para lo que vendría después. No quiero decir que ahora no tenga nada más que aprender, espero que siempre que queden cosas, pero si antes el miedo me paralizaba y me autodestruía, ahora el miedo es una herramienta de aprendizaje que a veces hasta me divierte y siempre me permite andar.
Yo sobre todo quería trabajar en el mundo del espectáculo. Hacía trabajos esporádicos, animaciones por la noche y los alternaba con otros trabajos como de teleoperador para ir viviendo. De repente me ofrecen unas clases de expresión corporal en un centro cultural. Estaba feliz, me imaginaba gente joven y yo dando clases en cosas relacionadas con teatro, movimiento expresivo… ¡Qué más se puede pedir a la vida Señor!
De repente entro en la clase (lo voy a decir con todos mis respetos como lo sentí en ese momento) me encuentro un carro de viejas mirándome de arriba abajo. La más directa  dijo amenazándome: “No se lo que es expresión corporal pero nosotras venimos a hacer gimnasia o nos vamos” Un jarro de agua fría cayo por encima de mí porque no podía entender lo que estaba pasando. Después me explicaron que expresión corporal es como llamaban antes los centros culturales a las clases de mantenimiento para no tener problemas con los gimnasios “Cosas de ayuntamiento.”
Me sentí timado, engañado. ¿Qué podía hacer en ese momento? Prótesis, artrosis, mujeres sin pecho, problemas de memoria… Nunca pensé que una hora pudiera durar tanto en mi vida.
Cuando acabé la clase como pude, entre rabia, impotencia y terror de no hacer daño a nadie, me tiré sobre mi teléfono móvil para llamar a la agencia que me había contratado: “¡Sacadme de aquí ahora mismo!” Estaba tan furioso que parecía estar poseído por un demonio. “Quiero que se me de otra cosa. He dejado trabajos para estar aquí y me habéis mentido. ¡Sacadme de aquí ya!” Me pidieron que me quedara una semana mientras buscaban a alguien y verían donde me podrían ubicar. Acepte el trato. ¿Qué otra cosa podía hacer?
Invocaba a mis guías, me hacía reiki, manejaba todos los instrumentos de movimiento expresivo y tao yin que practicaba como alumno, pedía ayuda a amigos que eran entrenadores y preparaba clases sobre la marcha dejándome guiar por la energía y las necesidades del grupo.  Dejé de mirarme yo y observaba a los alumnos. Era fascinante ver los cuerpos y entender que hablan solos. La intuición me decía este ejercicio para esta persona si, esta que haga este otro, esta tiene mal el hombro por ejemplo y sin habérmelo dicho era verdad. Era como entrar tímidamente en un mundo que me daba respeto  pero a la vez me estaba produciendo cierto encanto. Así transcurrieron los dos primeros días.
El tercer y último día de la semana era la despedida. Hicimos una clase especial  con mucha música, y terminamos en una relajación. En realidad era reiki pero no dije nada. Puse a unas alumnas  tumbadas y otras poniendo sus manos sobre sus compañeras. Les dije: “Dejaos llevar”  Inconscientemente fueron posando sus manos con mucha suavidad en puntos muy concretos para el reiki. Algunas durmieron, otras se emocionaron y entre todas se creaba un vinculo que sólo el brillo de nuestro ojos delataba. Una alumna asturiana con problemas de memoria dijo en voz alta: “Esta gimnasia es muy rara pero tengo que reconocer que entro por esa puerta y se me olvida que tengo dolor” Algo se removía dentro de mí. Se me acercó  al oído y me dijo: “Tú no serás un curanderu desus” Me entró la risa y la pena por ser mi último día.
Cuando llamé a la empresa me dijeron que no habían encontrado a nadie. Me pidieron que me quedara una semana más. Le dije a mi jefe que no buscara más. Me quedaba con las clases. Al colgar el teléfono me entró una especie de vértigo “¡Dios mío que he hecho¡”  Y al mismo tiempo la extraña sensación de haber llegado a un lugar hermoso.
El primer año tuve dos grupos, el segundo cinco, el tercero nueve con listas de espera en todos los grupos. Aproveché para estudiar “técnicas corporales aplicadas a personas mayores y/o con déficits sensoriales,  mentales o físicos”  y la formación de “biodanza”. Trabajaba de voluntario en la cárcel y en la asociación de Horizontes Abiertos. Dando clases también a extoxicómanos la mayoría de ellos con problemas de salud en estado muy avanzado.
He sido una persona muy privilegiada en poder prepararme  y tener a vosotros mis alumnos “mis maestros” todos los días dándome vuestras enseñanzas. Gracias a todos mis alumnos porque yo nunca sería maestro si vosotros no estuvierais enseñándome a mí a vivir.
Gracias desde el jardín del alma.
                                                                    Siso Santos.

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