El día en que el Reiki llegó a mi.

         El Reiki llego a mi vida como la mayoría de las cosas importantes. Por “casualidad”.  Yo buscaba algo nuevo en mi vida. Cambios. No sabía  cuales, ni mucho menos por donde buscar. Además tenía el obstáculo más poderoso que puede tener el ser humano. EL MIEDO.
Me daba miedo absolutamente todo. Antes de empezar cualquier cosa nueva,  aparecían todos los pensamientos negativos y  me aturdían. Eso me daba rabia y frustración, provocando la mayoría de las  veces dejar las cosas a medias o sin terminar.
Una cosa que me aterraba infinitamente era la agresividad. Los gritos y la tensión me paralizaban. Yo he sido un niño  maltratado e incomprendido  por una educación muy convencional en una ciudad pequeña y militar. Nada apropiado para un niño que le gustaba jugar con muñecas y ser artista.
Pero ahora si quería pelear con el mundo, enfrentarme a todos mis miedos y avanzar, para eso decidí hacer kung fu. En mi fantasía me imaginaba pegándome con  hombres muy duros y venciéndoles. La rabia me consumía.
Un día caminando por la calle por  “casualidad” encontré una escuela de Tao. Entre todas las actividades  estaba  kung fu. Mi desilusión fue entrar y enterarme que no había grupo de kung fu. Mi gozo en un pozo.
Pero la casualidad como siempre está predestinada. Un grupo de gente se reunía para intercambiar Reiki en ese lugar a esa misma hora. Yo conocía el Reiki de oídas. Algo de imposición de manos para trasmitir energía. Poco más. Me invitaron a probarlo y acepté.
Todo me fascinaba. El lugar mágico de la sala, la cantidad de gente que había para dar y recibir Reiki, la “paz” que se respiraba… Todas las camillas estaban ocupadas así que me toco tumbarme en el suelo. Un hombre vino, me  pregunto mi nombre y me puso las manos en la cabeza. “Casualidad”mi futuro maestro.
Sentía la energía pasar por sus manos y como recorría todo mi ser. Mi cuerpo amplio y voluminoso pero muy ligero. Todo en mí y todo el lugar era energía pura. Las lágrimas corrían por mis mejillas sin darme cuenta. Y allí estaba yo: embriagado por la emoción, tumbado en el suelo, flotando por el espacio, envuelto en rayos de  energía  blanca, rosa y violeta… Un solo pensamiento venía a mi mente: “He llegado a casa”

96 800x600 Normal 0 21 false false false ES-TRAD JA X-NONE

Al día siguiente me hice sanador de Reiki de primer grado de la mano de mi maestro. Una bella flor en el jardín de mi alma…

Os espero otro dia aquí… en el jardín del alma.

                                                              Siso Santos