TAO

    Quiero presentaros esta semana a un compañero y amigo de mi escuela. Es el profesor de tao yin y le estoy muy agradecido por su labor en el centro y por compartir esta experiencia con nosotros…
                                     Gracias David

Hola amigas y amigos del Jardín del alma, soy David el profesor de Tao Yin del EDEN y quiero compartir con todos vosotros mis experiencia vital con el Tao y como me cambió la vida.

       Antes de tener mi primer contacto con el Tao, trabajaba en un laboratorio farmacéutico, en turnos de mañana, tarde y noche. Mi vida era un caos, ya que dichos turnos se nos avisaban con dos o incluso un día antes, por lo cual no podía planificar mi vida personal. Vivía por y para la empresa, era un jovenzuelo, que había conseguido su primer trabajo después de años de estudio y tenía que demostrar a la empresa y también a mí mismo mi valía. Esta situación  me llevo a doblar turnos y a trabajar más de 24 H seguidas, a descansar cuando el trabajo me lo permitía. Mi vida era por y para la empresa. Este estilo de vida no tardo en pasarme factura, empecé a no dormir bien, a estar de mal humor todo el día, irascible, era como un animal herido al que cualquier acontecimiento de la vida hacía reaccionar. El estrés y el no tomarme un descanso, hacían que mi carácter día a día fuera más áspero y mis horas de sueño eran pocas y de mala calidad. Comencé a tener crisis de ansiedad y sentía que algo no iba bien, por lo cual decidí poner remedio a esta situación insostenible. 
Me hablaron de hacer Yoga o meditaciones y el que ahora es mi cuñado me recomendó el centro AlmadeTao. Nos acercamos una tarde mi mujer y yo para informarnos y un chico nos habló de una técnica china llamada TAO YIN. Yo en mi mente empírica, forjada en años de estudio científico pensé «esto es una fumada china para sacarte el dinero». El chico nos informó que daban una clase de prueba gratis sin ningún compromiso, ese chico se llama Ángel García, mi maestro y un gran amigo. Yo pensé “No perdemos nada por probar de lo malo sólo perdemos media tarde y si no nos gusta con no volver arreglado”. Por  lo cual accedimos a esa clase de TAO YIN gratis y un martes por la tarde después del trabajo, mi mujer y yo nos acercamos para probar.


Al terminar la clase mi sensación, fué que algo en mí había cambiado, me sentía relajado como en mucho tiempo no me había sentido y lleno de energía. Esa noche dormí  como en meses y la mañana siguiente me lévate lleno de energía y como si hubiera dormido una eternidad. Mi primera reacción fue de desconcierto y ese día en el trabajo estaba de mejor ánimo y las cosas no me costaban tanto. Cuando termine de trabajar compartí mi experiencia con  mi mujer y ella se sentía igual. Por lo cual la semana siguiente fuimos a apuntarnos a TAO YIN dos veces por semana.
Tras este primer contacto con el TAO, atraves del TAO YIN, empecé a  caminar el camino de TAO. Durante 4 o 5 años estuvimos practicando TAO YIN dos veces por semana en Madrid y siempre que podíamos en casa. Yo cada día me sentía mejor, mi humor cambio y empecé a ver la vida desde otro punto de vista. A través de Ángel tuve mi primer contacto con el REIKI,  y como me paso con el TAO YIN mi mente analítica entro en acción saboteando el cambio. Tras mi primera sesión de REIKI, sólo tenía en la cabeza  el aprender esta técnica. Fué un punto de inflexión en mi vida como lo había sido el TAO YIN. Actualmente soy maestro de REIKI con eso os digo todo.
Tras el REIKI, empecé a meditar y hacer cursos de todo tipo; REIKI Karuna, Ángeles, Soberanía personal, Iniciación al TAO, Feng Shui, meditaciones… El cambio estaba en marcha y cada día era más profundo en mí, hasta el punto que cambie de trabajo, ya que ese estilo de vida no hacía otra cosa que desgastarme al tener la sensación de estar nadando a contra corriente.
Tras el cambio de Trabajo, vino casi de la mano el cambio de domicilio. A mi mujer y yo cada vez nos agobiaba más la gran ciudad y siempre que podíamos nos escapábamos a la sierra madrileña, donde nos entrontrabamos totalmente relajados y en armonía. Por lo que nos trasladamos a Soto del Real, un pueblecito de la sierra madrileña, donde actualmente vivimos.
Actualmente sigo caminando el camino el TAO, leyendo todo lo que cae en mis manos, y realizando multitud de cursos Master en TAO, Fusión de los 5 elementos, Mantras, Muerte y transcendencia… Cuanto más profundizo en sus enseñanzas, más quiero conocer de ellas y más en consonancia con mi mente empírica. Ya que en el TAO entra todo y es más racional y lógico de lo que a primera vista parece, os lo dice una mente forjada en la fragua de la razón y del conocimiento científico.  Con la crisis perdí mi trabajo y dentro de mi evolución personal en el TAO, empecé a dar clases de TAO YIN y a colaborar con Javi en su gran proyecto que es el EDEN y este blog. Después de más de 13 años de práctica decidí cambiar de estilo de vida y enseñar a otras personas a andar el camino del TAO.
Gracias Javi por darme esta y tantas oportunidades.


Recordando la Cárcel de Estremera

   No me daba miedo entrar en una prisión, lo que me daba miedo era no estar a la altura de las circunstancias, al fin y al cabo: ¿Qué podía aportar yo dando clases de risoterapia? 
Así fue como empezó todo. 
Era una mañana fría y soleada de invierno. Me llevaban en coche trabajadores de EstremeraTenía el estomago lleno de mariposas. Era como tener la primera cita con un hombre que te gusta mucho. Quieres que todo salga bien pero parece que metes la pata en todo.
Cuando me encontré a solas con los internos en el aula taller donde íbamos a dar la actividad, el  primer pensamiento era: “¿Qué hago yo aquí?”. Aunque lo mismo también pensaban ellos, ya que algunos iban obligados.  Ellos me miraban como diciendo que coño es la risoterapia y que hace aquí este maricón.  Yo sabía que lo tenía todo en contra. Eran hombres y con sus cuerpos estáticos cada uno marcaba bien su sitio y su virilidad. Contactos mínimos…  
¿Cómo poder llevarlos a mi terreno? Empecé poniendo  música para ayudar a relajar y respirar.  Hiciera lo que hiciera estaba juzgado desde el principio. 
Tenía que romper el ritmo“Tenéis razón esto es una mariconada. Vamos a hacer un ejercicio de confianza”.  Cogí un taburete alto y lo puse en medio. “Uno se subirá a él, cerrará los ojos y se dejará caer de espaldas… Los demás lo sostendremos con las palmas de las manos y lo bajaremos al suelo con cuidado”
“¡Ni de coña!” Decía uno. “Esta bien, si tenéis miedo subiré yo primero”. Y así lo hice. Alguien me amenazó. “En la cárcel ocurren accidentes” “Pues espero que no sea hoy el día”.  Estaban descolocándose y poniéndome nervioso. 
“Preparados” Cerré los ojos. “A volar…» Me deje caer de espaldas al vacío, un montón de manos me elevaron,  querían impresionarme, casi tocaba el techo. Yo gritaba, decía que para soltar tensiones…. ¡¡¡Una porra!!! Me daban miedo las alturas. Sólo los más perspicaces podían notarlo porque una risa floja y tonta me delataba.
Una vez en el suelo un gitano de edad muy madura me dijo: “eres muy valiente al hacer lo que has hecho”.  “Como os voy a pedir que confiéis en mí si no confío yo en vosotros.” Se hizo una pausa.
 No sé que pasó pero uno a uno fueron subiéndose al taburete y se dejaban caer de espaldas. Las tensiones desaparecieron. Empezamos a jugar. Hubo risas, después terminamos con una relajación.  Hicimos reiki. Ponían manos libremente donde lo sentían y se dejaban fluir… Al terminar el gitano me dijo: “Es la primera vez que me olvido que estoy en la cárcel.  Te doy las gracias”. Mis ojos se llenaron de emoción.
Se creó un grupo. Trabajábamos desde la energía que teníamos en ese momento. Hacíamos teatro, biodanza, risoterapia, reiki… o simplemente hablábamos y  compartíamos…
Fuí dos días de prueba al Centro penitenciario de Estremera y me quedé tres años. Siempre fuí recibido por los internos con dos besos, un abrazo o si me daban la mano me la daban de verdad y con una buena mirada.
Doy las gracias a todos los trabajadores del centro penitenciario de Estremera, al  Padre Garralda y su fundación “Horizontes Abiertos” por haberme dado su confianza.
¡Ah! Se me olvidaba… No he vuelto a tener miedo a las alturas…
                                                        Siso Santos


El día en que el Reiki llegó a mi.

         El Reiki llego a mi vida como la mayoría de las cosas importantes. Por “casualidad”.  Yo buscaba algo nuevo en mi vida. Cambios. No sabía  cuales, ni mucho menos por donde buscar. Además tenía el obstáculo más poderoso que puede tener el ser humano. EL MIEDO.
Me daba miedo absolutamente todo. Antes de empezar cualquier cosa nueva,  aparecían todos los pensamientos negativos y  me aturdían. Eso me daba rabia y frustración, provocando la mayoría de las  veces dejar las cosas a medias o sin terminar.
Una cosa que me aterraba infinitamente era la agresividad. Los gritos y la tensión me paralizaban. Yo he sido un niño  maltratado e incomprendido  por una educación muy convencional en una ciudad pequeña y militar. Nada apropiado para un niño que le gustaba jugar con muñecas y ser artista.
Pero ahora si quería pelear con el mundo, enfrentarme a todos mis miedos y avanzar, para eso decidí hacer kung fu. En mi fantasía me imaginaba pegándome con  hombres muy duros y venciéndoles. La rabia me consumía.
Un día caminando por la calle por  “casualidad” encontré una escuela de Tao. Entre todas las actividades  estaba  kung fu. Mi desilusión fue entrar y enterarme que no había grupo de kung fu. Mi gozo en un pozo.
Pero la casualidad como siempre está predestinada. Un grupo de gente se reunía para intercambiar Reiki en ese lugar a esa misma hora. Yo conocía el Reiki de oídas. Algo de imposición de manos para trasmitir energía. Poco más. Me invitaron a probarlo y acepté.
Todo me fascinaba. El lugar mágico de la sala, la cantidad de gente que había para dar y recibir Reiki, la “paz” que se respiraba… Todas las camillas estaban ocupadas así que me toco tumbarme en el suelo. Un hombre vino, me  pregunto mi nombre y me puso las manos en la cabeza. “Casualidad”mi futuro maestro.
Sentía la energía pasar por sus manos y como recorría todo mi ser. Mi cuerpo amplio y voluminoso pero muy ligero. Todo en mí y todo el lugar era energía pura. Las lágrimas corrían por mis mejillas sin darme cuenta. Y allí estaba yo: embriagado por la emoción, tumbado en el suelo, flotando por el espacio, envuelto en rayos de  energía  blanca, rosa y violeta… Un solo pensamiento venía a mi mente: “He llegado a casa”

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Al día siguiente me hice sanador de Reiki de primer grado de la mano de mi maestro. Una bella flor en el jardín de mi alma…

Os espero otro dia aquí… en el jardín del alma.

                                                              Siso Santos