Caminando entre hadas II

Continuación…
        De repente todo quedó en calma. La energía densa, oscura y amenazante iba amainando como la niebla, dejando tras si una energía clara y acorde a la armonía del lugar.
Las hadas volaban por el patio siempre por sitios donde la vista del peregrino  pudiera alcanzarlas indicándole que entrara, parecía que la casa había aceptado su visita y le abría sus puertas. Tímidamente entró.
 A partir de ahí vivió realmente una experiencia mágicaLa casa físicamente no había cambiado nada, pero sí su manera de verla. La podía ver desde su interior, desde la mente. La podía ver como había sido realmente en su tiempo. El patio de  entrada estaba bien cuidado, con plantas y había un hórreo que ya no existía. En los establos había vacas, un par de cerdos y caballos. En la cochera un carro en buen estado  que se usaba para la labranza.
 Subió las escaleras de piedra hasta el piso superior, el balcón era de suelo de losa y lo vestía una barandilla de madera que ya no existíaLas habitaciones de la casa estaban vacías, sólo el esqueleto roto de una cama metálica permanecía en una habitación pero el peregrino lo veía todo lleno de vida. Contempló el paisaje desde el balcón. Lo que ahora eran silveras y matorrales en un tiempo atrás fueron campos de labranza. Una voz dentro de él, como si alguien le estuviera hablando mentalmente por telepatía, le susurraba y le mostraba la historia de esa casa.
 “Hemos sido muy felices en esta casa, hemos vivido aquí generaciones. Hemos vivido de la tierra, del campo, del  ganado, bajábamos al río a  moler el grano en los molinos… e incluso podíamos aprovechar para pescar. Trabajábamos para la tierra y la tratábamos y ella nos alimentaba. Hemos sido muy felices en esta casa”  Mientras la voz le  confesaba al peregrino su historia, él por su parte recibía imágenes en el interior de su mente. Ir y venir de gente, la casa en perfecto estado, los campos plantados… La vida en estado puro. El corazón del peregrino latía con fuerza.
 “El tiempo es algo que va cambiando y modificando continuamente, aunque la tierra nunca deja de ser tierra. La gente empezó a irse, cambiaban el campo por la ciudad incluso a veces despreciando a la propia tierra. Nos fuimos quedando solos… Lo que en un tiempo fueron plantaciones, después con un poco de huerta llegaba para nosotros dos. Un día Nuestro Señor llevo a mi marido con él. Yo no estaba sola. Estaba con la tierra. Alguien decidió que no era lugar para mí y me llevaron a una residencia. No recuerdo más. En mi siguiente recuerdo ya estaba en la tierra”  El peregrino se estremecía con cada palabra.
 “Ahora conocerás el secreto de esta casa.”  Sin saber el por qué el peregrino  hipnotizado por la magia del lugar y por la experiencia vivida  se dejaba guiar sin saber a donde. Descendió las escaleras, atravesó el interior de la casa por la cuadra y se encontró de repente en un patio interior, allí en medio de las ruinas fue testigo de algo realmente bello. Dos castaños frondosos del tamaño como de tres cuartas destacaban entre las ruinas. Llegaban a poco más de las rodillas del peregrino. “Estos castaños están absorbiendo todo la energía y todo el amor de esta casa. El día en que sean suficientemente fuertes e independientes la casa caerá, mientras protegerá a estos castaños.”  
 El peregrino lloró absorto entre emoción y agradecimiento. “Ahora debes irte”. Dió las gracias a todo el lugar y abandonó la casa… 
Una vez fuera el peregrino se  dió cuenta de que ya no estaban las hadas. Parecía que hubiera ocurrido un instante pero habían pasado horas. No se había enterado de la mochila para nada, la llevaba pero no notó su peso en ningún momento. No estaba cansado, no tenía molestias ni sueño… Era como empezar andar por primera vez el camino por que estaba completamente fresco y descansado.
 Fue  llegando a Samos cuando se encontró con peregrinos de nuevo. Recordó las hadas y supo sin duda que las encontraría más veces a lo largo de su vida y así ha sido y así será.
 Tan claro lo tiene que ha creado un jardín. 
 En el jardín del alma. 
                                                                                  Siso Santos.

Caminando entre hadas.

Permitidme que esta anécdota la cuente como un cuento.

 

Había una vez un peregrino que venía haciendo el camino de santiago desde el Bierzo. Se encontraba en la etapa de Triacastela a Samos. Si Samos es mágico de por si, el camino a él es todo magia.

 

Era el mes de agosto y hay muchos peregrinos en esa época, es conveniente madrugar para coger sitio en los siguientes alberges, así que a las cinco de la mañana estaba en pie.

 

Para llegar a Samos hay que pasar por varias aldeas que parecen sacadas de cuentos encantados, rodeados de bosques frondosos y molinos de agua. En una de estas aldeas es donde empieza esta historia. 

 

Nuestro protagonista nunca pudo recordar el nombre de esa aldea y nunca pudo encontrar a alguien que se lo pudiera decir. Sabía que estaba atravesado y rodeado por un río y que en medio del pueblo había un puente para cruzar el río de un lado a otro. Hasta ese sitio fué acompañado de peregrinos, no volvería a ver ninguno más hasta haber terminado la aventura.

 

Al salir de la aldea había un cementerio pequeño también a la orilla del río. Sólo el sonido del agua y los cantos de los pájaros mañaneros se distinguían en medio de tanta paz, potenciando todavía más la armonía del lugar. Se sentó, quería inspirar y llenarse de toda la magia y la fuerza de la naturaleza que allí reinaba. Cerraba los ojos y se llenaba de vida.

 

Al abrir los ojos se vió rodeado de mariposas deambulando por su alrededor. No parecían tener miedo a su presencia. Se levantó y se puso en marcha para no retrasarse. Las mariposas le acompañaban como marcándole el camino. Jugueteaban entre ellas y se cruzaban delante de él como si nada. El peregrino estaba asombrado tanto por su belleza como por su presencia. De repente un presentimiento claro y rotundo invadió todo su ser. No son mariposas. Son hadas.

 

Siguiendo el sendero entre robles y castaños llegaron a una desviación que les apartaba del camino para llevarles a una casa enorme y deteriorada. Las hadas cogieron esa desviación camino a la casa pero deambulaban por el mismo sitio sin avanzar. Era como si le estuvieran invitando a seguirlas. La casa solitaria en aquel lugar del bosque le llamaba la atención y decidió seguirlas.

 

Era un caserón precioso de piedra típico de la provincia de Lugo. Se diferenciaba perfectamente que la parte baja había sido una cuadra y una cochera. Aún se podía ver dentro un carro de caballos deteriorado con la madera podrida. Una escalera de piedra llevaba al piso superior donde una balconada presidía todo el frente uniendo la puerta principal con otras secundarias y ventanas. Aunque la mayoría de puertas y ventanas o no existían ya o estaban rotas. 

El acceso a la casa era por un patio exterior, con una entrada de coche de caballos y tenía una muralla de piedra caída por varios sitios. Fue al entrar en el patio cuando ocurrió todo. 

Una energía densa salía de la casa y no le dejaba avanzar. Las piernas se le paralizaban. Era una fuerza que rompía la armonía del lugar. Era como si alguien, algo o incluso la energía de la  propia casa lexpulsaran de ese sitio. Retrocedió con la intención de marcharse, estaba asustado.

 

Una vez fuera se detuvo y miró a la casa, era como si tuviera vida. Como si una energía oscura se encargara de que nadie entrara ni invadiera ese lugar. “Luz… Luz…”  “Luz para todos…” Gritaba el peregrino desde el exterior a la casaPoniendo símbolos de reiki al aire (poder, luz, amor…) con la intención en su ignorancia que esa energía pudiese sanar o aliviar en lo que pudiese hacer falta…


De repente todo quedó en calma. La energía densa, oscura y amenazante iba amainando como la niebla, dejando tras si una energía clara y acorde a la armonía del lugar…


 

                                                                                  Continuará.