Vivir » bailando como vuelan los pájaros»


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Vivir
Recuerdo una pesadilla que se me repetía muy a menudo, en los últimos tiempos con más frecuencia. La pesadilla empezaba distinta pero siempre terminaba de la misma forma. Yo corría hacía algún sitio o intentaba escapar de algo o alguien que no podía identificar pero me asustaba. Las piernas me pesaban mucho. Intentaba correr pero las piernas no me dejaban avanzar y terminaba despertándome con mucha angustia y con sudores por todo el cuerpo. No podía imaginar que esto fuese una premonición de lo que me iba a pasar.
Hablé en entradas anteriores del dolor que sufría por una enfermedad que padezco. Hablé también de las consecuencias que me llevó arrastrar una enfermedad “rara” de la que poco se conoce y aún hoy en día no sé pronunciar.  Sé que perjudica al sistema nervioso que influye a su vez a todo el organismo y sobre todo a los músculos. Sentí y pude comprobar como mi cuerpo se desvanecía y caía al querer avanzar y a su vez todo a mí alrededor se derrumbaba. Peleé como un gato furioso atrapado con uñas y dientes. Dios sabe que peleé y puse todo mi amor en ello. Caí tantas veces como de tantas me levanté. Aunque reconozco que muchas caídas hicieron heridas y no de todas fue fácil curarse.
Creé mi mayor sueño, formé mi escuela. Un lugar abierto para la sanación. Para que todos maestros y alumnos tuvieran un lugar para desarrollarse, crecer y ayudarse a sanar. Por ironías de la vida fui yo quien enfermé. Cuando más quería andar, crecía el dolor, tropezaba y caía.  He pasado tanto dolor y he sufrido tanta impotencia. Que he de reconocer que en mis horas de intimidad y soledad recé por morir. No entendía que pasaba ¿Por qué ocurría tal cosa?
No puedo dar ahora una respuesta. Pero si puedo decir que la escuela que nació como un centro de sanación; a mí me salvo. Una enfermedad que podía haberme dejado paralítico no impidió que dejase de andar. Eso sí fue duro el trabajo. Pero ahora he aprendido a entender el amor en todas sus formas. Por eso quiero dar las gracias a tod@s los que me han acompañado en este trayecto. A los que os fuisteis por que no confiabais en mi capacidad, a los que os fuisteis por que se os hacía duro ver mi deterioro, a los que me atacasteis por no soportaros a vosotros mismos, a los que me acompañasteis y sentí vuestro apoyo y cariño y a los que fuisteis mi bastón para no caer. Gracias!!!  Qué estúpido he sido. Peleando por tener una escuela y nació algo mejor… Un hogar.
Por eso puedo decir que a pesar de las dificultades, del dolor, la enfermedad, las pérdidas económicas que sufría mes a mes… Todo ha valido la pena viendo a mis alumnas como ellas luchaban por la escuela como algo suyo. Gente que daba las gracias por haberles dado ganas de vivir; mujeres sin pecho que ahora pueden peinarse; mujeres que nunca tuvieron amigas porque solo pasaron de padre a marido y por fin tienen amigas por ellas mismas y puedan contar intimidades que en su vida pensaron que se podría hablar de ello y no pasa nada; o mujeres mayores que por fin se convierten en chicas; o mujeres que nunca se les dió la oportunidad de hacer algo por ellas mismas y ahora son las que llevan las riendas de su vida y las de su casa… Sí. Por todo eso ha valido la pena.
Ahora ya estoy recuperándome. Cada día que pasa me siento que tengo más fuerza, el dolor va remitiendo y cada vez es más prolongado el tiempo que ando sin dolor ninguno. Sé que hay un antes y un después. Antes tenía ahorros ahora no tengo nada. Pero nunca en mi vida me he sentido tan fuerte como ahora. No fuerza de luchador de comerme el mundo. No. Algo mejor, tengo una serenidad tan grande que a mí mismo me asombra. No tengo miedo a nada y nunca he dormido mejor que ahora. El universo es tan inmenso que todo está al alcance de la mano, solo es aprender a pedirlo. A pesar de mis piernas débiles, mis pasos los siento fuertes. Y el paso es el oxígeno principal de vivir.  De vivir como siempre he soñado “Bailando como vuelan los pájaros”.
 
En el jardín del alma.
                                                                     Siso Santos.

“Leña del árbol caído”

Buda dijo una vez: El viento no puede agitar una montaña. Ni el elogio ni la culpa mueven al hombre sabio. – Millones lo condenaran, muy pocos lo alabarán- pero él no hace diferencias. Permanece como una montaña inamovible.


Había una vez un árbol que lucía sobre un bosque encantado como un mismo sol. Sólo la copa de ese árbol protegía, cubría y amparaba a muchos otros árboles y criaturas del bosque. Todos los habitantes del lugar admiraban y amaban a ese árbol por todo lo que les proporcionaba: Una buena sombra en verano, los protegía y amparaba de los fuertes vientos, les proporcionaba alimento de sus frutos y cuando las criaturas del lugar se sentían desamparadas o asustadas iban corriendo a abrazar al árbol para sentir la energía que corría por su fuerte tronco. Incluso se decía que si apoyabas el oído sobre el tronco oías correr el fluir de su sabia. 

En aquella época el árbol era amado por la mayoría de las criaturas del bosque y admirado por el resto de sus compañeros árboles. Incluso los más críticos y enemigos del árbol no se atrevían a criticarlo para no quedar mal ante toda la multitud que le quería, callando por vergüenza cobarde sus opiniones. El árbol intentaba por todos los medios no dejarse arrastrar por los elogios y las críticas.   Permaneciendo sereno, disfrutando de cada abrazo de las criaturas del bosque y del cobijo que les proporciona con su hermosa copa. 

Pero un día no se sabe porque, el árbol empezó a resentirse. Sus hojas de un verde intenso empezaron a ennegrecerse y caer.  Todos los seres y criaturas del bosque se quedaron perplejos, observando lo que estaba sucediendo al árbol.  Susurros y murmullos corrían de oído a oído por todo el bosque. Mientras los ojos cada vez más abiertos miraban con atención al árbol todos quien más o quien menos intentaban adelantarse al futuro presagiando unos, con sus mejores propósitos naturalmente,  la sanación del árbol y otros con una aparente tristeza anunciaban su final. 

El árbol luchaba con todas sus fuerzas por sobrevivir pero la lucha era inútil y su enfermedad avanzaba por momentos. Ahora era la corteza la que sufría las consecuencias. Se resquebrajaba como corcho y se caía en pedazos a la tierra produciéndole un terrible dolor que no tenía consuelo. Los habitantes del bosque empezaron a actuar de diferentes formas.  Algunos lo abandonaron porque no podían soportar el dolor y el deterioro del árbol que un día vieron grande y hermoso; otros en cambio se tiraban flores a ellos mismos mostrando sus cualidades y virtudes comparándolas a las del viejo árbol con el fin de captar la aprobación del resto de las criaturas; y por el contrario otras que tímidamente mimaban y limpiaban las heridas del tronco del árbol mientras este agradecía con una sonrisa entre suspiros, lamentos y agonía. 


Un día lo que todas las criaturas estaban esperando sucedió y el árbol se desplomó en la tierra. Las ramas que un día fueran orgullo de belleza en el bosque se partieron en el suelo con la caída. Pero nadie le oyó gritar, ni siquiera un quejido, tan sólo un leve suspiro salió de sus últimas hojas.  Los que habían sentido el correr de su sabía por el tronco y la energía que emanaba por todo el bosque apenas podían percibir ahora la lentitud de su sabia cansada a tropezones. Pero no esperaron a su muerte.
Sus enemigos que antes sentían vergüenza de hablar de él ahora no callaban para menospreciar y criticar al árbol.  Aparecieron de todo el bosque voluntarios sustitutos para ocupar su lugar. Pero su cuerpo aún estaba presente y eso era una huella palpable en los habitantes del bosque. Aún no había dejado de respirar, ni su sabia de recorrer a paso lento su cansado cuerpo cuando empezaron ya a mutilar sus ramas, cortar troncos, cortezas, arrancar raíces… La sabia abandonaba su cuerpo para infiltrarse en la tierra. Mientras unos gozaban y se divertían por la caída del árbol. Otras criaturas lloraban en silencio recordando el cobijo de sus ramas, el abrazo protector de su tronco y la energía de vida que les había trasmitido. 

Para todos, el árbol ya estaba muerto y formaba parte de un pasado. Unos mantenían una lucha interna por sustituir al árbol que algunos llamaban ahora sagrado. Otros seguían en sus vidas como si nada hubiera ocurrido pero otros guardarían en el interior de su memoria y en el corazón el recuerdo del viejo árbol pero lo que si todos desconocían que en el interior de la tierra, en un lugar oculto y escondido existía aún un trozo de raíz del gran árbol, donde todavía vibraba con fuerza su poderosa sabia. Y allí como lo explicaría la bruja de un bosque encantado, en ese lugar remoto crecía, descansaba y se alimenta de amor y sabiduría la energía del nuevo árbol para renacer de nuevo con más poder si se puede. 

Sólo una humilde mariposa de colores vivos y una bella sonrisa sobrevuela en círculos el lugar exacto donde habita la semilla, esperando que llegue su primavera. No se sabe cómo ni cuándo va a ser, porque no hay fecha exacta y no está escrito en ningún calendario pero la mariposa sabe que sin darse nadie cuenta, un día asomará de la tierra un pequeño árbol insignificante que nadie repárala en él y ocupará el lugar exacto que le corresponda en el mundo.

En el jardín del alma.

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                                                                   Siso Santos.


Muerte y resurrección

Muere totalmente para poder nacer totalmente. 
Y entonces sabes: 
cada momento hay que morir 
para cada momento volver a ser lozano, joven…, nacer. 
Esto puede suceder a cada momento, 
y una vida verdadera consiste en muerte/resurrección. 
Sucede cada momento. 
Cada momento hay que morir al pasado; 
sólo entonces se vuelve disponible el presente…, 
Y sólo puedes estar absolutamente en el presente 
si no tienes ningún deseo de estar en ninguna otra parte en el futuro, 
si no tienes ningún deseo de ser otra persona. 
Esto es lo que llamo iluminación».
                                                                   
Osho.
Me chirría cuando alguien dice: “Esa persona es muy negativa o tiene una energía negativa.” La energía es energía y punto y como energía que es, es positiva y negativa al mismo tiempo. Somos nosotros, dependiendo del momento o la situación que estamos experimentando los que lo vemos positivo o negativo. Los juicios son baratos y no valen para nada. Yo puedo prejuzgar a una persona por vivir una situación para mi negativa. En ese caso destaparía mi ignorancia. Porque ese prejuicio que he hecho sobre esa persona, puede ser el paso necesario para poder después deslumbrar más que el Sol.
En la vida vivimos y morimos continuamente. Desde el momento justo que dejamos el vientre materno muere un ciclo rompiendo el cordón umbilical y empieza el primer nacimiento en el mundo; muere la infancia nace la pubertad y así sucesivamente vamos cerrando episodios para abrir otros. La muerte es necesaria para empezar a vivir y morir no es renunciar al pasado, somos un cúmulo de experiencias, de todo lo vivido, de lo traído de otras vidas… Para ser sin darnos cuenta el complemento perfecto de nuestro entorno.
Fijaos en la primavera, nace y muere todos los años más o menos el mismo día a horas diferentes, viene todos los años pero nunca habrá dos primaveras iguales y por muy cargado que venga de flores nunca serán las mismas.
Nunca lo podría decir mejor que osho. Vivir en el pasado o vivir en el futuro es estar muerto.
Jesucristo muere y resucita. Para unos en sentido literal y para otros en sentido figurado.
 La filosofía del peregrino es vida, muerte y resurrección. El peregrino se despoja de todos sus bienes, se enfrenta a su propia muerte para encontrarse con su resurrección.
 La vida es el camino que nos permite morir y resucitar en cada instante para convertirnos en mejor persona.                                                                                                                                                                         
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                                         Siso Santos.