El misterio del camerino (segunda parte)

El misterio del camerino
2º parte
“Superación García
Para superarse día a día…”
Actriz, bailarina, modelo y cantante.
“Vengo de un planeta muy lejano en otra galaxia, donde los cánones de belleza son completamente diferentes a los del planeta Tierra. Yo en mi planeta, aunque parezca extraño creerlo, no era más que una chica cualquiera.  Me juntaba con mis amigos Superman, Supergirl, Superhéroe, Supermercado… y hacíamos planes para el futuro. También venía con nosotros mi querida y odiada amiga La Peñasco. Ella lo conseguía siempre todo. Todas queríamos ser como ella y todos los chicos se enamoraban perdidamente de La Peñasco. ¿Cómo poder competir con una belleza de ciento noventa kilos, llena de granos por todo su cuerpo y con un aliento fétido que enamoraba a todos los hombres? Yo jamás conseguí tener un grano. Ella los tenía todos.
Superman fue mi primer amor y la gran decepción de mi vida. Un día descubro a Superman con la hija de la gran puta de La Peñasco retorciéndose en el suelo como cerdos. Me dio un ataque de celos que me moría. Dios mío… Mándame un rayo que me parta. Pero Dios no me miraba a mí. Sólo tenía ojos para La Peñasco. Llena de frustración abandoné mi planeta y vine a la tierra, donde la gente sois más vulgares y corrientes. Y creé mi propia escuela de modelos.
Advierto a todos los hombres que me estéis leyendo. Antes de que terminéis este texto estaréis enloquecidos de amor por mí.  Os suplico que controléis vuestros impulsos. No tengo corazón y cuerpo suficiente para satisfacer a tanta gente. En el fondo soy humana…”
Esta era la historia de mi personaje, actuaba en despedidas de soltero, cenas de empresas, congresos… trabajaba en un hotel de la Gran vía y  en discotecas. Fui la imagen de una empresa de animación y de una cadena de gimnasio femenino. Cuando terminaba de actuar me vestía de calle  y cruzaba la sala con mi maleta donde estaba el publico sin hablar con nadie para que  no me reconocieran. Conservando así “el misterio del camerino.”
Hasta que un día llego él. Fué en una discoteca de  Madrid. Mi personaje estaba como animadora de sala interactuando  con el público. De repente apareció entre la gente y me dijo: “Como me pones guapa” Lo tomé simplemente como uno más del local y no le hice ni puñetero caso. Pero si hablaba con alguien o interactuaba de alguna forma él interrumpía; Yo decía para mí “que pesado”.  Y a solas me decía cosas subidas de tono que a mí me descolocaba.  Empecé a fijarme en él y me gustaba; siempre me tenía una copa a su lado, hablamos, reímos, nos calentamos  y terminamos dándonos el tlf y correo.
 El se fue con sus amigos y yo me quedé conservando el “misterio del camerino”. Nadie se había enterado de la magia que había ocurrido entre nosotros. Estuvimos un tiempo mandándonos correos y mensajes. Me pedía fotos en las que solo podía estar vestida de drag queen, no quería verme para nada de chico. Que nada rompiese la fantasía que se había creado. Fantaseaba que le hiciera masajes vestida de drag queen, que fuese su amante secreta.  
El primer día de nuestra cita, cuide hasta el último detalle de vestuario y maquillaje, excepto la purpurina, evitando llevarse rastros de mí. En el momento que entro en mi casa nos buscamos y nos besamos como locos. Había tanta tensión sexual acumulada que no podíamos esperar más.  “Quiero que seas mía. Me tienes loco. Que seas solo para mí” Le abracé con fuerza asistiendo al deseo de ser suya.  Deseaba sentirle todo lo posible. Que los dos cuerpos fuesen uno sólo. Nuestras caricias y abrazos eran el baile sincronizado de dos amantes que estaban surgiendo. El erotismo, la pasión, la magia y el morbo crecían por momentos hasta explotar los dos juntos en un solo clímax.  
La historia duro algo más de un año. El siempre buscaba el morbo y la fantasía del primer día. Pero a mí cada vez se me hacía más duro ser una amante secreta que ni siquiera era yo, era un personaje. Poco a poco fui descuidando el maquillaje y el vestuario para ir surgiendo yo, él me tiraba pitadas, y empecé a tener celos de mí. Un día que tenía muchas ganas de verme le dije que no tenía  tiempo en prepararme. Insistió que le daba igual, que quería verme. Me mostré como era yo.  No hubo pasión, ni amor, ni magia,  ni siquiera besos.  Sólo un orgasmo por su parte. Cuando se marcho supe que no volveríamos a vernos. Sentí un golpe sordo en el pecho al cerrar la puerta, la liberación de ser yo mismo y el peso de la soledad de una cama vacía.
Las Hadas no pueden tener pareja.
No, las hadas no. Pero yo si…

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                                                                 Siso Santos.


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