Cuando un jardín se marchita
Podemos poner y dar toda nuestra energía y nuestro amor al jardín más bello que hayamos soñado. Podemos dar todo nuestro cariño a cada planta o raíz de nuestro jardín con la ilusión que nazcan las mejores flores y árboles más sanos que podamos obtener. Podemos creer ilusos que sólo el amor nos basta.
Pero un día te despiertas y ves que tu cuerpo se marchita igual que una de las flores que cuidas. Sabes que por muy hermosa y sana que sea la flor tiene su compromiso con la planta y cuando acaba su periodo se marchita, cae y muere. La planta no puede evitar que esa flor se marchite, ni siquiera es responsable de su muerte por mucho dolor que le cause. Lo único que puede hacer es generar otras y otras y otras.
El jardinero sabe perfectamente en su sabiduría que cada planta tiene un ciclo y una época en donde florece más. Es el resplandor de cada planta. Por eso sabe que algunas se recogen en sus ciclos para descansar, dormir y esperar a su nueva época. También sabe que mientras unas plantas están viviendo sus letargos otras están es su resplandor y así sucesivamente por eso un buen jardinero nunca deja un jardín sin flores.
Solamente en momentos de plagas, granizadas o algún desastre natural puede hacer destruir ese jardín que el jardinero dio tanto amor. La frustración, el dolor y la rabia se apoderan del jardinero. No solo ha muerto un jardín ha muerto su obra, sus sueños… Es la muerte de un hijo que no volverá. Un hueco en el que nadie puede dar consuelo.
Mi jardín se desvanece y mi físico no tiene la fuerza para defenderlo. Uso todas mis fuerzas para defender a mi jardín como una madre lo haría por su hijo. Porque yo soy esa madre que lucha por su hijo. Por eso mi escuela me duele doblemente porque es mi jardín y es mi hijo. Quiero defenderlo y luchar por él y las piernas no me sostienen, tropiezo y me caigo. La impotencia muchas veces me arrastra. Confieso que muchas noches he pedido a Dios dormir y no despertar más. Mi deseo era no tener mañana. Pero Dios no le concedía y luchaba por mi hijo a pesar del dolor y la impotencia.
He luchado tanto y he perdido todas las batallas. Pero no estoy rendido, nunca lo haría una madre por su hijo. Aún queda la esperanza. Este fin de semana me lo dediqué a la meditación, a estudiar de nuevo, a consultar el Osho y el I ching. Osho me contestó:
“-Tú también pasarás a mejor vida. Sabiéndolo, ¿Cómo puedes pelearte? Trasforma esa energía en luz.”
Y el I ching me dijo:
“-La posesión de lo grande. Un dragón vuela hacia el sol. Fuego y cielo. A quién es positivo le llega muchos dones del cielo: Prosperidad y Éxito. Los proyectos ya alcanzados se consolidarán, reportándonos beneficios también para el futuro.”
Mi intención con esta entrada es un mensaje echado en una botella con el deseo que llegue a todos los rincones. Ofrezco mi escuela (a mi hijo) a cualquiera que desee aportar con sus conocimientos, sus ideas, con sus ganas de aprender o simplemente querer estar y ser uno más en un jardín nacido y creado desde el amor al mundo.
Por favor compártanlo. Estoy pidiendo por mi hijo.
En el jardín del alma.
Siso Santos
Nuestra escuela ———- www.edenterapiasalternativas.com
Facebook de la escuela —- https://www.facebook.com/edenterapiasalternativass
Otoño “El principio de un ciclo”.
Los colores ocres de los campos, la caída de las hojas, el viento más frío, la lluvia y los días cada vez más cortos anuncian la llegada del otoño.
Para el I ching (El libro de las transmutaciones y el libro más antiguo del mundo) es el periodo de recogimiento. Un momento ideal para el hogar, estar con nosotros mismos, aprender, transmutar desde nuestro interior para después florecer en primavera. Abandonamos la energía yang del verano para introducirnos en la energía yin de la naturaleza. El yin es la energía sutil femenina que parece que no está, apenas se nota, pero en cambio lo ha acaparado todo.
El guerrero abandona los días del sol para transmutar desde su interior, reencontrarnos con nuestra esencia (por eso en otoño estamos más tristes y apagados) y volvemos a la carga en los días largos. Pero no hay que verlo como algo negativo, todo lo contrario es la oportunidad de crecer desde nuestro interior para ofrecer más a nuestro mundo en los días de luz. Es la época ideal para estudiar, meditar, formarse, crear y empezar proyectos para como una flor abrirse en plena primavera.
Es curioso que en culturas tan diferentes, lejanas y dispares apuntan al otoño como lo mismo. Para los celtas es el principio de año. Abandonamos los días de luz para encontrarnos en la época de la oscuridad, en el hogar, en el descanso del cuerpo para estar fuertes en los días de luz.
De ahí celebramos ahora halloween, siempre llamado fiesta de difuntos. Yo recuerdo de pequeño en Galicia siempre celebramos esa fiesta con «magostos» (fiesta tradicional donde el pueblo se reúne alrededor de hogueras para comer castañas asadas y beber vino) Estas fiestas vienen de la antigüedad. Antes se hacían en el monte como ofrenda a los muertos pues los celtas no tenían templos. El templo era la naturaleza. En las casas también encendíamos velas dentro de calabazas que se ponían en las ventanas para marcar el camino a los muertos y mi abuela nos hacia collares de castañas a todos los nietos.
Halloween por supuesto no existía, era y es la fiesta de los difuntos. La noche más larga del año. La noche en la que estamos más unidos los vivos y los muertos. El fin y el principio del año nuevo Celta.
Siso Santos.
El pensamiento: «somos lo que pensamos».
El pensamiento es el motor de nuestras acciones. Toda acción o consecuencia de un acto esta seguido o guiado por un pensamiento.
Cuando alguien dice: “Esta persona tiene energía negativa no es verdad”. La energía nunca es negativa. La energía es energía y como energía que es: “Es positiva y negativa a la vez”. Solo nuestros pensamientos son los guías y los constructores de nuestra vida. Es verdad que no somos del todo responsables de los acontecimientos que nos suceden pero si somos responsables de cómo nos enfrentamos a los sucesos.
Los pensamientos repetidos son los causantes de los roles que nos acoplamos como personajes que hemos escogido vivir inconscientemente para determinado momento (siempre el más necesario) bien sea por un motivo u otro: La víctima, el verdugo, el enfermizo, el rebelde… Son muchos de los personajes más comunes que solemos escoger.
El peligro de los pensamientos y personajes es que crean habito y adicción: «Es la mente que me traiciona»; «La mente no me da tregua»; «La mente me hace malas pasadas»… frases muy típicas que usamos frecuentemente y muchas veces a modo de disculpa o incluso lo que es peor: Resignación.No queridos lectores. No vale esa excusa, no es la mente, es nuestro hábito. ¿Cómo poder controlar nuestros pensamientos y la mente? ¿Cómo poder coger las riendas de mi vida y no dejarme arrastrar por mis propios pensamientos y mis viejos hábitos? La meditación.
1º- La mente no deja de tener pensamientos pues el pensamiento es el motor de nuestra acción. Querer tener la mente en blanco es absurdo, sólo décimas de segundos podríamos conseguirlo. Lo mejor es dejar fluir los pensamientos. Que no sean un obstáculo. Recibe y despide cada pensamiento agradeciendo su paso por la meditación, con la intención de dejar aparecer otro mejor o hallar una resolución. Luchar contra los pensamientos es retenerlos.
2º- Usar las visualizaciones para crear, transformar o deleitarse con pensamientos guiados por imágenes que nos lleven a ese momento.
3º- Por ultimo en nuestras actividades diarias por pequeñas que nos parezcan deberíamos fomentar la concentración. Amplía nuestra mente a nuevos pensamientos.
La mente y el pensamiento se ejercitan como hace un deportista con su cuerpo y sus músculos.
Búrlate del personaje que te has creado. Por que somos más que un personaje. Somos “persona” y como personas que somos tenemos todos los personajes habitando dentro de nosotros para usarlos como nos plazca. Pero nunca permitáis que el personaje escogido consciente o inconscientemente use a la persona. Eso hace pequeño al SER ILIMITABLE que somos.
Siso Santos
El jardín de Franza
Cuando la vida es un caos.
El Poder de las Palabras
«O Lobishome». El hombre lobo
Muerte y resurrección
Y entonces sabes:
cada momento hay que morir
para cada momento volver a ser lozano, joven…, nacer.
Esto puede suceder a cada momento,
y una vida verdadera consiste en muerte/resurrección.
Sucede cada momento.
Cada momento hay que morir al pasado;
sólo entonces se vuelve disponible el presente…,
Y sólo puedes estar absolutamente en el presente
si no tienes ningún deseo de estar en ninguna otra parte en el futuro,
si no tienes ningún deseo de ser otra persona.
Esto es lo que llamo iluminación».
Danzar el cuerpo y la voz
Edén. “El día que fui madre”
Omar Rossi (mi primer maestro)
El misterio del camerino (primera parte)
Caminando entre hadas II
Caminando entre hadas.
Permitidme que esta anécdota la cuente como un cuento.
Había una vez un peregrino que venía haciendo el camino de santiago desde el Bierzo. Se encontraba en la etapa de Triacastela a Samos. Si Samos es mágico de por si, el camino a él es todo magia.
Era el mes de agosto y hay muchos peregrinos en esa época, es conveniente madrugar para coger sitio en los siguientes alberges, así que a las cinco de la mañana estaba en pie.
Para llegar a Samos hay que pasar por varias aldeas que parecen sacadas de cuentos encantados, rodeados de bosques frondosos y molinos de agua. En una de estas aldeas es donde empieza esta historia.
Nuestro protagonista nunca pudo recordar el nombre de esa aldea y nunca pudo encontrar a alguien que se lo pudiera decir. Sabía que estaba atravesado y rodeado por un río y que en medio del pueblo había un puente para cruzar el río de un lado a otro. Hasta ese sitio fué acompañado de peregrinos, no volvería a ver ninguno más hasta haber terminado la aventura.
Al salir de la aldea había un cementerio pequeño también a la orilla del río. Sólo el sonido del agua y los cantos de los pájaros mañaneros se distinguían en medio de tanta paz, potenciando todavía más la armonía del lugar. Se sentó, quería inspirar y llenarse de toda la magia y la fuerza de la naturaleza que allí reinaba. Cerraba los ojos y se llenaba de vida.
Al abrir los ojos se vió rodeado de mariposas deambulando por su alrededor. No parecían tener miedo a su presencia. Se levantó y se puso en marcha para no retrasarse. Las mariposas le acompañaban como marcándole el camino. Jugueteaban entre ellas y se cruzaban delante de él como si nada. El peregrino estaba asombrado tanto por su belleza como por su presencia. De repente un presentimiento claro y rotundo invadió todo su ser. No son mariposas. Son hadas.
Siguiendo el sendero entre robles y castaños llegaron a una desviación que les apartaba del camino para llevarles a una casa enorme y deteriorada. Las hadas cogieron esa desviación camino a la casa pero deambulaban por el mismo sitio sin avanzar. Era como si le estuvieran invitando a seguirlas. La casa solitaria en aquel lugar del bosque le llamaba la atención y decidió seguirlas.
Era un caserón precioso de piedra típico de la provincia de Lugo. Se diferenciaba perfectamente que la parte baja había sido una cuadra y una cochera. Aún se podía ver dentro un carro de caballos deteriorado con la madera podrida. Una escalera de piedra llevaba al piso superior donde una balconada presidía todo el frente uniendo la puerta principal con otras secundarias y ventanas. Aunque la mayoría de puertas y ventanas o no existían ya o estaban rotas.
El acceso a la casa era por un patio exterior, con una entrada de coche de caballos y tenía una muralla de piedra caída por varios sitios. Fue al entrar en el patio cuando ocurrió todo.
Una energía densa salía de la casa y no le dejaba avanzar. Las piernas se le paralizaban. Era una fuerza que rompía la armonía del lugar. Era como si alguien, algo o incluso la energía de la propia casa le expulsaran de ese sitio. Retrocedió con la intención de marcharse, estaba asustado.
Una vez fuera se detuvo y miró a la casa, era como si tuviera vida. Como si una energía oscura se encargara de que nadie entrara ni invadiera ese lugar. “Luz… Luz…” “Luz para todos…” Gritaba el peregrino desde el exterior a la casa. Poniendo símbolos de reiki al aire (poder, luz, amor…) con la intención en su ignorancia que esa energía pudiese sanar o aliviar en lo que pudiese hacer falta…
De repente todo quedó en calma. La energía densa, oscura y amenazante iba amainando como la niebla, dejando tras si una energía clara y acorde a la armonía del lugar…
Continuará.