Decidir nacer

Decidir nacer

 Cuando una catástrofe natural muestras su peor cara: El viento rugiendo, tornados, lluvias torrenciales, truenos, rayos estallando provocando incendios… De repente la tierra se abre. Asoma un movimiento sísmico… Se   rompe el suelo… Se desploman edificios… Una guerra de elementos arrasa la tierra destruyendo nuestro mundo conocido.

Después de la catástrofe un silencio y una calma reina por todo el lugar, un aire frio y húmedo acaricia el rostro. Parece mentira que esa caricia suave nada tenga que ver con el escenario de escombros, maleza, suciedad y miseria que te rodea. Quieres respirar y no puedes porque el mismo aire te ahoga (Lo llamamos angustia)

Esta misma guerra es lo que ha sufrido mi cuerpo cuando fue atacado y provocado por una enfermedad denominada rara. Mientras mi cuerpo se resistía a quedarse inmóvil, se sumergía al mismo tiempo en un campo de batalla sin retorno invadido por el dolor, la impotencia, la incomprensión, el miedo, la miseria en todos los sentidos y la soledad.

Vivir no era más que el propósito de seguir moviéndome. Pues mi cuerpo cada vez más rígido y dolorido perdía fuerza y masa muscular. Hasta parecer como un cadáver viviente aferrándose al más mínimo movimiento para no dejar de sentirme vivo. No fue mi amor a la vida lo que salvó.  Puedo asegurar que rezaba por las noches para no despertarme a la mañana siguiente. Mientras dormía (las pocas veces que me lo permitían los calambres) en mis sueños siempre me movía y danzaba sin limitaciones.   Fue el amor a mi sueño lo que me salvó la vida.

Mi sueño es un lugar para la salud y el crecimiento. Un lugar de terapias y actividades para el cuerpo, la mente, la voz y el alma. Donde una persona conecte con su propia esencia para resurgir de sus obstáculos y brillar como lo que siempre fue. Un ser de luz. Curioso que lo que no sabía era que lo que mi propio  objetivo se convertiría en  mi propio lugar de sanación.  Una enfermedad rara en estado muy grave avanzado solo tenía dos caminos: La discapacidad total o la muerte.  Mi centro de sanación fue mi propio capullo de seda para transformar mi enfermedad en algo diferente y resurgir como una mariposa para volar y exprimir el néctar de la vida. Lo peor de la muerte no es morir, es no haber vivido. Yo aún tengo un sueño por cumplir.

Por ese motivo surgió una asociación. Un lugar para la sanación, un lugar de aprendizaje y el compartir. Un lugar nacido únicamente por amor. Es difícil en el mundo actual creer que puede nacer un lugar creado desde el amor para la tolerancia, la salud, el compartir, el crecer y aprender… Es curioso lo que se puede tardar en convencer que esto si es posible si en verdad se toma conciencia. Yo soy un claro ejemplo que uno se puede sanar por amor.

No quiero rodearme de grandes maestros ni de profesores iluminados. Quiero rodearme de los apropiados. De personas que miren a los ojos y vean; personas que sepan entender el lenguaje del cuerpo y el movimiento; personas capaces de enamorarse de las almas. Esas son las personas de las que yo quiero rodearme.

Yo busco una cadena de manos unidas. Sin diferencias, simplemente aportando, dejándose llevar siempre en grupo como una gran masa que puede crecer en todos los campos. Actividades, terapias, música, teatro, juegos…  Accediendo a lugares que de forma individual no podríamos llegar y sobre todo disfrutar. Esa es la idea de la asociación de salud Edén; el jardín del alma.

Una empresa realiza un trabajo y cobra por ese servicio. Nosotros como asociación no es ese el objetivo. La asociación cuida y nutre las necesidades de los socios. Siendo estos quien escoge las diferentes actividades que desean disfrutar. Teniendo siempre la ideología de cuidar, sanar, compartir y aprender. La casa de tod@s y para tod@s. Siempre cuidando al compañero y ofreciendo lo mejor para él. Cuanto más doy más recibo.

La empresa termina el objetivo una vez terminado el servicio. Nosotros nunca terminamos, es una tela que se teje constantemente. Una masa de amor que se impregna y queda perenne. Es verdad que en una empresa se ve rápido su finalidad y su reconocimiento. Nosotros nunca lo vemos. Lo sentimos. No hay objetivos. Solamente una forma de vida. Una forma de vida por la cual yo he decidido volver a nacer.

¿Me das la mano?

En el jardín del alma

www.asociaciondesaludedeneljardindelalma.es

Deja un comentario